Pancreas
Artificial podria estar
para el 2018
ERIC GRANADOS ANGEL
Especializacion entrenamiento personalizado
Ficha 123151 , Grupo Diabetes
Estudios realizados muestran que
controlaría mejor la glucosa
El páncreas artificial –un artefacto que controla el nivel de glucosa en
sangre en pacientes con diabetes tipo 1 y ajusta automáticamente los niveles de
insulina en el cuerpo– debería estar disponible a partir de 2018,
concluyen especialistas sobre el tema en la revista Diabetologia, de la European Association for the Study of Diabetes.
Problemas como la rapidez de actuación de las distintas formas de insulina utilizadas, la fiabilidad, la conveniencia y la precisión en el control de los niveles de glucosa, aparte de la ciberseguridad para proteger estos aparatos del hackeo, son los principales problemas en los cuales se centran los científicos actualmente.
La tecnología disponible hoy día permite que las bombas de insulina suministren esta sustancia a las personas con diabetes, después de medir los niveles de insulina. No obstante, estos dos procesos están separados.
El páncreas artificial permitiría en cambio unir ambos en lo que se denomina un “círculo cerrado”, explican el Dr. Roman Hovorka y el Dr. Hood Thabit, de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, autores del artículo.
“En las pruebas realizadas hasta la fecha, los usuarios son receptivos a la utilización del páncreas artificial que además les da un respiro o vacaciones de tener que lidiar con la diabetes, ya que el sistema controla los niveles de azúcar en sangre sin necesidad de que intervenga el usuario”, afirman.
Una parte de la necesidad clínica de un páncreas artificial es la variabilidad de insulina precisa: en un día, una persona puede necesitar una tercera parte de lo habitual, y otro día puede necesitar el triple de su dosis habitual.
Esto depende de la persona y de factores como su dieta o su actividad física, entre otros. La combinación de todos ellos juntos hace que personas con diabetes de tipo 1 lleven la carga de controlar constantemente sus niveles de glucosa, para estar seguros de que no acaban con un nivel alto de azúcar en sangre (hiperglucemia) o, lo que es más normal, un nivel inferior del necesario (hipoglucemia).
Ambas complicaciones pueden causar daños significativos en los vasos sanguíneos y en el sistema nervioso, pudiendo incluso ocasionar problemas cardiovasculares.
Problemas como la rapidez de actuación de las distintas formas de insulina utilizadas, la fiabilidad, la conveniencia y la precisión en el control de los niveles de glucosa, aparte de la ciberseguridad para proteger estos aparatos del hackeo, son los principales problemas en los cuales se centran los científicos actualmente.
La tecnología disponible hoy día permite que las bombas de insulina suministren esta sustancia a las personas con diabetes, después de medir los niveles de insulina. No obstante, estos dos procesos están separados.
El páncreas artificial permitiría en cambio unir ambos en lo que se denomina un “círculo cerrado”, explican el Dr. Roman Hovorka y el Dr. Hood Thabit, de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, autores del artículo.
“En las pruebas realizadas hasta la fecha, los usuarios son receptivos a la utilización del páncreas artificial que además les da un respiro o vacaciones de tener que lidiar con la diabetes, ya que el sistema controla los niveles de azúcar en sangre sin necesidad de que intervenga el usuario”, afirman.
Una parte de la necesidad clínica de un páncreas artificial es la variabilidad de insulina precisa: en un día, una persona puede necesitar una tercera parte de lo habitual, y otro día puede necesitar el triple de su dosis habitual.
Esto depende de la persona y de factores como su dieta o su actividad física, entre otros. La combinación de todos ellos juntos hace que personas con diabetes de tipo 1 lleven la carga de controlar constantemente sus niveles de glucosa, para estar seguros de que no acaban con un nivel alto de azúcar en sangre (hiperglucemia) o, lo que es más normal, un nivel inferior del necesario (hipoglucemia).
Ambas complicaciones pueden causar daños significativos en los vasos sanguíneos y en el sistema nervioso, pudiendo incluso ocasionar problemas cardiovasculares.
Alternativas y retos pendientes
Existen alternativas al páncreas artificial: con mejoras en la
tecnología actual se podría llegar a un trasplante completo de páncreas e
incluso a un trasplante único de células beta del páncreas, que producen
insulina.
No obstante, los receptores de estos trasplantes requieren medicación
para suprimir sus sistemas inmunes, como si del trasplante de otro órgano se
tratase.
En el caso de un trasplante completo de páncreas, se requiere una
cirugía mayor; en el trasplante de células beta, el sistema inmune sigue
pudiendo atacar las células trasplantadas y matar a la mayoría de ellas (hasta
el 80% en algunos casos). El páncreas artificial evita, por supuesto, la
necesidad de una cirugía mayor y de medicación inmunosupresora.
Los investigadores continúan afrontando los grandes retos que supone la
tecnología del páncreas artificial. Uno de ellos es que incluso la rápida
actuación de la insulina homóloga no alcanza sus niveles máximos en el flujo
sanguíneo desde media hora hasta dos horas después de su inyección, teniendo
sus efectos una duración de tres a cinco horas.
Por tanto, el proceso no es lo suficientemente rápido como para llevar a
cabo un control efectivo en, por ejemplo, condiciones de ejercicio intenso. El
uso de la “insulina aspart” homóloga puede suprimir parte de este problema,
como podrían las otras formas de insulina, como la insulina inhalada. Los
estudios también continúan mejorando el sistema virando hacía un círculo
cerrado para hacer precisa la medición de azúcar en sangre.
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Se han llevado a cabo numerosos estudios usando un páncreas artificial
de distintas formas, en algunos escenarios, como en campamentos de diabetes
para niños o en la vida del día a día. Varias de estas pruebas han mostrado un
buen o mejor control de la glucosa que las actuales tecnologías existentes (con
éxito definido por el tiempo empleado en un objetivo medio de concentración del
nivel de glucosa en sangre y la reducción de los riesgos de hipoglucemia).
Otros estudios están en
curso. Los autores indican: “Se están llevando a cabo pruebas clínicas de 6
hasta 24 meses con adultos y niños. Dado que un círculo cerrado puede ser
vulnerable a las amenazas de ciberseguridad, como interferencias con los protocolos wifi o la
recuperación de datos no autorizada, se deben implementar protocolos de
seguridad”.
La FDA. (la Administración de Comida y Medicación americana, por sus
siglas en inglés), está actualmente revisando un prototipo de páncreas
artificial que será seguramente aprobado en 2017. Además, una reciente reseña
del Instituto Nacional Británico de Investigación para la Salud (NIHR por sus
siglas en inglés) indica que los sistemas automáticos de círculo cerrado pueden aparecer en el mercado
europeo a finales de 2018.
Los autores apuntan que “este plazo depende de las aprobaciones
regulatorias y de que las infraestructuras y soportes estén en marcha en las
clínicas de salud profesionales”.
Los autores señalan que futuras investigaciones pueden incluir la
investigación de qué sectores de la población pueden encontrar un mayor
beneficio en el páncreas artificial.
Concluyen que “se han hecho grandes avances”
Tomado de la asociacion America de Diabetes
opina que tal te parecio este articulo
Ojala en el 2018 salga al mercado el páncreas artificial, es necesario, ayudaría la vida de muchísimas personas. Excelente articulo. Seria genial ser mas breve así seria menos tediosa la lectura pero en general muy bien!
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